Hay lugares en los que no sabes por qué siempre te sientes bien. Para mí este es uno de ellos. La plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela y las callejuelas que se ciernen a su alrededor. Un enclave en el que se respira magia coronado por esta majestuosa obra del Románico, que ha contemplado impertérrita durante el paso de los siglos como un número incontable de peregrinos, volcados por su fe a recorrer los diferentes caminos de Santiago, se inundaban de emoción al llegar a sus pies y comprobar que conseguían alcanzar su meta.
Será por ello, por la belleza de esa plaza, por lo imponente de su catedral, o por todo ello junto… No sé qué es, pero lo que sí sé, es que no hay una sola vez en la que paseando por las calles de Santiago mi sonrisa se haya borrado de mi rostro. Un lugar… Simplemente mágico.